Por: Jorge Villalobos
CDMX, Méx.- 29 de julio del 2025.- Los amigos de Armando, con quienes habitó la calle durante gran parte de su vida, todavía lo alcanzaron a ver caminando por la Ermita Iztapalapa en su cruce con Rojo Gómez, el sábado por la mañana. Algunos, sin saberlo, se habían despedido por última vez de su compañero, su compita, el carnal, que se ganaba la vida ayudando a los comerciantes de la zona.
La “comadreja” siempre andaba buscando donde dormir, se había ganado ese apodo gracias a que en la mayoría de ocasiones el sueño lo alcanzaba metido en una coladera sin tapa, frente a la peletería “la michoacana” donde esta mañana fue encontrado sin vida por una mujer que lo vio ser acechado por las moscas.
Los trabajadores de la paletería no tardaron en hablar a los servicios de emergencias, quienes llegaron a la zona solo para certificar la muerte del hombre de aproximadamente 40 años.
Luego de que los paramédicos dieran el diagnóstico de Armando, la noticia de su deceso no tardó en recorrer las calles por las que tantos años había vivido, así fue como lo reconocieron, solo con el rumor de que un hombre había muerto al interior del registro de aguas.
De a poco se fue juntando su banda en un nicho a la virgen para murmurarse la noticia. Primero, se le acercó el padre juan, su gran amigo, para prenderle una vela y vertirle huasteco, su bebida favorita. Quien, a pesar de ser advertido por la policía, volvió más tarde para dejarle un cigarro a su mejor amigo.
Detrás de él, otro franelero le encendió una segunda veladora, y luego llegó el don de los periódicos, con quien platicaba a diario para pedirle un “metro”, el cual dejó entre lágrimas para no perder la costumbre.
Cerca de las 14:40 horas, una mujer llegó corriendo hasta la zona acordonada pero rápidamente fue detenía por un elemento de la SSC. La mujer intentó convencer al policía de que la dejara reconocer a su amigo, pues no creía que la comadreja había muerto.
Sin embargo, tras unos minutos de discusión, la respuesta del oficial fue que no podía reconocerlo, al menos que fuera un familiar directo. “No tiene familia, yo lo conozco desde morro. Aquí creció”, dijo la mujer con un nudo en la garganta, mientras el policía le impedía el paso.
Luego de una larga espera, elementos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, acompañados por unas 20 personas más, rescataron el cuerpo de Alejandro, mientras del otro lado del cordón sus amigos se amontonaban para intentar ver por última vez a la comadreja.
Temerosos de que su compañero terminara en una fosa común, quienes lo conocieron en vida, comenzaron a juntarse para poder ver la forma de recuperar su cuerpo.
